Un plato muy popular y tradicional en mi versión también muy personal
Ingredientes
Patatas – aceite vegetal para freír – sal – salsa mahonesa (opcional)
Para la salsa brava: 1 cebolla pequeña – 2 dientes de ajo – 2 guindillas rojas Thai – 200g de passata de tomate – 250ml de cerveza – un golpe de vinagre de Jerez – sirope de agave o azúcar – aceite de oliva virgen extra – pimienta negra – sal
Preparamos primero la salsa. Para ello, sofreímos las guindillas picadas con las semillas, cebolla y el ajo con un poco de aceite y sal, hasta que se ablanden y comiencen a dorarse. Incorporamos entonces el tomate, y cocinamos unos cinco minutos a fuego medio.
Agregamos la cerveza, pimienta y vinagre, y cocinamos en torno a 10 minutos, hasta reducir la salsa a la textura deseada. Trituramos fino en un robot, ponemos a punto de sal y corregimos la acidez con el sirope. Se puede potenciar el sabor añadiendo caldo en polvo o en pastilla, lo que obligará a reducir la sal.
Freímos las patatas según nuestras preferencias, hasta que estén crujientes y doradas. Salseamos y añadimos un poco de mahonesa por encima, si nos gusta la combinación de ambos sabores. Servimos inmediatamente.
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Una receta tradicional en mi versión, claramente personal. Hay dos recetas básicas: las que emplean una velouté hecha con caldo de ave o carne y pimentón picante para la salsa, sin tomate, que parece ser la más tradicional, y las que son a base de tomate. Podéis ver que mi receta lleva tomate, pero incorpora también cerveza. No empleo pimentón, porque prefiero el sabor y el picante de los chiles Ojo de Pájaro tailandeses. Ojo, que son muy picantes, si no sois de emociones fuertes, retirad las semillas, usad sólo uno o bien sustituid por cayena. Esta receta tiene un picante medio/alto.
Podéis freír las patatas como más os gusten, peladas o no, en dados, en rodajas… las que veis en la foto son patatas pequeñas que herví unos minutos con la piel y después corté en rodajas y freí.